La mujer como esposa

Uno de los mayores signos de benevolencia, misericordia y poder de Dios es que ha creado a la humanidad en parejas para que entre sí, se reconforten, satisfagan sus necesidades y se ayuden. El Profeta (s) enfatizó la importancia del vínculo matrimonial, dijo: “Quien se case, completa la mitad de su religión, entonces que tema a Dios por la otra mitad”. [Transmitido por Tabrani]

Dios, Enaltecido sea, dijo en el Sagrado Corán:“Y entre Sus signos está haberos creado esposas de entre vosotros para que encontréis en ellas sosiego, y puso entre vosotros amor y misericordia”. [30:21]

La base fundamental de la sociedad es la familia, y el marido y la mujer son copartícipes en esa familia sobre la que se construye el hogar musulmán. Para que la familia tenga éxito y haya tranquilidad en el hogar, el Islam le otorga a cada cónyuge ciertos derechos y obligaciones. A continuación, nos concentraremos en los derechos de la esposa.

  • La dote:

    La dote es el derecho de cada mujer cuando contrae matrimonio. El contrato matrimonial no es legal si no se especifica la dote. Este derecho no se puede anular, incluso si la mujer estuviera de acuerdo. La dote le pertenece a la mujer y tiene la libertad de hacer con ella lo que quiera.

    El esposo no puede quitarle la dote, ni parte de ella si después de un tiempo decide divorciarse de la mujer. Dios dice en el Corán:“Y si queréis cambiar de esposa (divorciando a la que tenéis para casaros con otra) habiéndole dado una dote cuantiosa, no pretendáis recuperar nada de la misma. ¿Acaso queréis cometer una injusticia? ¿O pretendéis que se os devuelva lo que le habéis dado después de haber compartido la intimidad y de haber concertado un pacto firme?”. [4:20-21]

    Esta aleya indica significativamente lo sagrado que son los votos matrimoniales y lo íntimo de la relación, como así también el derecho que tiene la mujer a quedarse con la dote en caso de divorcio. Dios, Enaltecido sea, dice en el Sagrado Corán:“¡Oh creyentes! No es lícito tomar a las mujeres como objeto de herencia, ni impedirles o forzarlas a que vuelvan a casarse para recuperar parte de lo que les hayáis dado salvo que cometieran adulterio (…) Tratad bien a vuestras mujeres en la convivencia. Y si algo de ellas os disgusta, es posible que Dios haya decretado a pesar de esto un bien para vosotros”. [4:19]

    Esta aleya garantiza la justicia y los derechos de la esposa aún si su marido no está completamente conforme con ella. Esto también está expresado en el dicho del Profeta (s) narrado por Abu Hurairah:“Un hombre creyente no debe odiar a una mujer creyente (a su esposa), si alguna característica suya le disgusta, le gustará alguna otra”. [Transmitido por Bujari]

  • Manutención:

    El marido tiene la obligación de darle a su mujer un sustento honorable y suficiente acorde a sus posibilidades. Dios dice en el Corán:“Que el pudiente mantenga a su familia según sus medios, y aquel cuyo sustento sea limitado que lo haga acorde a lo que Dios le haya proveído. Dios no exige a nadie por encima de sus posibilidades. Y ciertamente luego de toda dificultad, Dios os enviará un alivio”. [65:7]

    Si un hombre tiene los medios económicos para mantener bien a su familia y se negara a hacerlo, la mujer tiene derecho a tomar lo que le corresponda para satisfacer sus necesidades y las de sus hijos, evitando malgastar el dinero en extravagancias. Hind bint Utbah se acercó al Profeta (s) y se quejó de su esposo Abu Sufian: “Mi esposo es muy tacaño y no gasta el dinero suficiente para mí y sus hijos”. Respondió:“Toma lo que te sea suficiente para ti y tus hijos dentro de sus límites”. [Transmitido por Bujari]

    Si el marido pasara por un período de escasez financiera y le fuera imposible cubrir los gastos de su familia o si se alejara de ella por un largo tiempo y su esposa fuera perjudicada por su ausencia, la mujer puede pedir la anulación del matrimonio según los veredictos de la jurisprudencia islámica. El Profeta (s) explicó este derecho: “Temed a Dios en los asuntos relacionados a tu mujer porque has hecho un juramento ante Dios y has legitimado tus relaciones íntimas con ella por la palabra de Dios: tu derecho es que nadie que tú no desees (entre a tu casa) se siente en tu cama (o almohadones), y si esto sucediera, entonces puedes reprenderla, y su derecho es que tú la alimentes y la vistas dentro de tus posibilidades”. [Transmitido por Muslim y Abu Dawud]

    El Profeta (s) le dijo a su compañero Saad ibn Abi Waqas:“No hay cantidad que gastes para tu familia buscando la recompensa de Dios que no sea Él quien lo retribuya, incluso si es el bocado de comida que pones en la boca de tu esposa”. [Transmitido por Bujari]

  • Justicia y equidad:

    El hombre que esté casado con más de una esposa deberá actuar con justicia y equidad con ellas. Esto incluye su obligación de proveerlas de alimentos, vestimenta, vivienda y de pasar su tiempo y tener intimidad con ellas. Dios dijo:“Si teméis no ser equitativos con (las dotes de) las huérfanas, entonces casaos con otras mujeres que os gusten: dos, tres o cuatro. Pero si teméis no ser justos, casaos con una sola o recurrid a vuestras esclavas. Esto (casarse con una sola mujer) es lo recomendable para evitar cometer alguna injusticia”. [4:3]

    El Profeta de Dios (s) dijo: “Quien tenga dos esposas y favorezca a una sobre la otra, llegará al Día de la resurrección con uno de sus lados caído”. [Transmitido por Tirmidi, Hakim y otros]

    Esto indica que el hombre debe ser justo y equitativo con sus esposas. Se le advierte sobre el castigo de la parálisis y la deformación que sufrirá en la Otra Vida tal como él deforma los derechos de sus mujeres en esta vida.

    Es ilegal que un hombre maltrate a su esposa con cualquier tipo de abuso, dificultad, acoso, carga indebida o insulto. Tampoco puede abusar de los bienes y el dinero de su esposa ni forzarla a pagar sus cosas a modo de rescate para que él le dé el divorcio. La ley Islámica no permite que el marido obligue a la esposa a hacer algo inmoral o vergonzoso que atente sobre su honor o el de su familia o sea perjudicial para la sociedad. La razón de estas restricciones es incitar a una conducta correcta. Aquellos que actúan indiscretamente y son sospechados de estar cometiendo infidelidades, pueden ofrecerle el divorcio a su mujer, como así también ella puede solicitar “Jula”, por medio del cual se disuelve el contrato matrimonial argumentando mal comportamiento.

  • Protección y preservación:

    El marido debe proteger de la mejor manera posible a su mujer y sus hijos y prevenirles de posibles daños o situaciones inmorales. Dios, Enaltecido sea, dice:“¡Oh creyentes! Guardaos a vosotros mismos y a vuestras familias del Fuego, cuyo combustible serán los hombres y las piedras, y en el que habrá ángeles violentos y severos que no desobedecen a Dios en lo que les ordena, sino que ejecutan cabalmente Sus órdenes”. [66:6]

    Todo lo que proteja de cometer actos ilícitos o inmorales es recomendable pero sin llegar a los extremos. El Profeta (s) dijo: “Existe un tipo de celos que Dios ama y otro tipo que odia:“Existe un tipo de celos que Dios ama y otro tipo que odia: el tipo que ama es sobre los actos dudosos y el tipo de odia es sobre los actos que se cometen sin duda alguna”. [Transmitido por Ahmad, Abu Dawud y Nisae]

    Cierto tipo de celos son aceptables y hasta recomendables, y otros no, como lo explicó el Profeta (s) y lo confirmó en otra narración: “Ciertamente Dios se pone celoso y el creyente se pone celoso y los celos de Dios son por ver un creyente cometiendo actos ilícitos”. [Transmitido por Bujari, Muslim y otros]

    Y dijo: “Tres tipos de personas no entrarán al Paraíso: el que desobedece a sus padres, el que no tiene cierto grado de celos por su esposa y la mujer que actúa o se viste como un hombre”. [Transmitido por Ahmed]

  • La compañía, el cuidado y las relaciones íntimas:

    El marido debe vivir con su esposa honradamente, con respeto y buenos modos. Debe mantener su apariencia decente, limpia y aceptable cuando se relaja en su hogar, tal como le gusta encontrar a su mujer ya que debe existir entre ambos respeto y decencia. El Profeta de Dios (s) dijo al respecto:“El más completo de los creyentes es el que tiene el mejor carácter, y el mejor de vosotros es el que trata bien a sus mujeres”. [Transmitido por Tirmidi ]

    El Mensajero de Dios solía reparar su ropa y sus zapatos, y ayudaba a sus esposas en los quehaceres del hogar. En una ocasión le preguntaron a Aisha: “¿Qué hacía el Mensajero de Dios cuando estaba en casa?”. Respondió: “Ayudaba con las tareas del hogar y cuando escuchaba el llamado a la oración, salía de la casa”. El Profeta (s) siempre era agradable, bondadoso y amable con todos y también jugaba y se divertía con los miembros de su familia. Dijo: “Todo lo que no contiene el recuerdo de Dios es puro pasatiempo excepto por cuatro cosas: bromear y jugar con la esposa de uno, entrenar un caballo, caminar de un lugar a otro y aprender a nadar”. [Transmitido por Nisae]

    Este dicho indica que los entretenimientos son meramente para jugar y pasar el tiempo, y en consecuencia, uno no recibe recompensa por ellos, excepto los casos mencionados por el Profeta (s) que son útiles y se realizan con buenos propósitos. El Profeta (s) era conocido por ser alegre y decente al jugar con su familia o bromear con ellos. Por ejemplo, Aisha dijo: “Una vez el Profeta y yo corrimos una carrera y yo gané. Esto fue antes de que yo envejeciera y subiera de peso, luego de lo cual corrimos otra vez y ganó él. Al finalizar la carrera, el Profeta me dijo: “Esta (victoria compensa) por aquella (tuya)”. [Transmitido por Ahmed , Abu Dawud, Ibn Hibbaan]

    Existen varios relatos del Profeta (s) cuando se quedaba en su casa hablándole a su familia, haciéndoles compañía y demostrándoles cariño antes de ir a dormir o antes de realizar el último rezo del día. Por ejemplo, Ibn Abbas narró: “Un día dormí en la casa de Maimuna (su tía y esposa del Profeta (s) y vi al Profeta realizar sus oraciones. Conversó un momento con su esposa y se fue a dormir. Más tarde en la noche, se despertó para rezar como Dios le había decretado”.

    Dios dice en el Corán: “Hay un bello ejemplo en el Mensajero de Dios (de valor y firmeza en la fe) para quienes tienen esperanza en Dios, (anhelan ser recompensados) en el Día del Juicio y recuerdan frecuentemente a Dios”. [33:21]

    Por lo tanto, el Profeta (s) es el mejor ejemplo a seguir por todos nosotros, los creyentes. Todos los musulmanes deberían seguir los pasos del Profeta (s) en todos los asuntos personales y públicos de la vida.

    El marido debe guardar para sí los secretos y defectos de su esposa. No debe conversar en público de temas privados del matrimonio, ni siquiera con los amigos más íntimos. Al respecto, el Profeta (s) dijo: “Uno de los peores ante los ojos de Dios el Día de la Resurrección es el hombre que tiene relaciones íntimas con su esposa, o una esposa con su marido, y luego uno de ellos cuenta su privacidad a otros”. [Transmitido por Muslim y otros]

    Al igual que el hombre, la mujer casada tiene derecho a pasar la noche con su marido y tener una vida sexual saludable que la satisfaga. El hombre está obligado por la ley Islámica a cumplir los deseos sexuales de su esposa y satisfacer sus deseos para evitar que intente cometer actos ilícitos. Una esposa, como toda mujer, tiene una gran necesidad de ser amada y valorada, que la tengan en cuenta y de cumplir sus deseos físicos naturales.

    El Islam prohíbe que un hombre se dedique a realizar actos físicos de adoración, como rezar o ayunar, al extremo que deje de atender las necesidades físicas, sexuales y sociales de su esposa. Salman Al Farisi narró un incidente famoso:“Un día fui a visitar a mi hermano en la fe Abu Darda y cuando llegué, me saludó su esposa, que estaba muy desalineada. Le pregunté: ‘¿Cuál es tu problema, por qué estás en este estado tan desagradable para tu esposo?’. Ella dijo: ‘Tu hermano Abu Darda no tiene ningún interés en los asuntos mundanales. ¡Se pasa todas las noches rezando y todos los días ayunando!’. Luego vino Abu Darda a darme la bienvenida y me ofreció comida. Le pregunté: ‘¿Por qué no comes conmigo?’. Respondió: ‘Estoy ayunando’. Entonces dije: ‘Por Dios, debes cortar tu ayuno y comer conmigo’. Abu Darda rompió su ayuno y comió conmigo. Pasé esa noche en su casa y lo vi levantarse durante la noche para rezar, pero lo interrumpí diciéndole: ‘Tu cuerpo tiene ciertos derechos sobre ti, tu Señor tiene ciertos derechos sobre ti, y tu familia tiene ciertos derechos sobre ti. Ayuna algunos días y no ayunes otros, acércate a tu esposa (para tener relaciones maritales). Garantízale a cada uno su derecho como corresponde’”.

    “Un día fui a visitar a mi hermano en la fe Abu Darda y cuando llegué, me saludó su esposa, que estaba muy desalineada. Le pregunté: ‘¿Cuál es tu problema, por qué estás en este estado tan desagradable para tu esposo?’. Ella dijo: ‘Tu hermano Abu Darda no tiene ningún interés en los asuntos mundanales. ¡Se pasa todas las noches rezando y todos los días ayunando!’. Luego vino Abu Darda a darme la bienvenida y me ofreció comida. Le pregunté: ‘¿Por qué no comes conmigo?’. Respondió: ‘Estoy ayunando’. Entonces dije: ‘Por Dios, debes cortar tu ayuno y comer conmigo’. Abu Darda rompió su ayuno y comió conmigo. Pasé esa noche en su casa y lo vi levantarse durante la noche para rezar, pero lo interrumpí diciéndole: ‘Tu cuerpo tiene ciertos derechos sobre ti, tu Señor tiene ciertos derechos sobre ti, y tu familia tiene ciertos derechos sobre ti. Ayuna algunos días y no ayunes otros, acércate a tu esposa (para tener relaciones maritales). Garantízale a cada uno su derecho como corresponde’”.

    Justo antes del amanecer, Salman dejó que Abu Darda se levantara a rezar. Ambos se levantaron, realizaron la ablución, rezaron y luego se dirigieron a la mezquita a rezar el Fayr. Cuando terminó la oración, Abu Darda se acercó al Profeta (s) y le contó lo que había pasado con Salman y lo que éste le había dicho. El Profeta (s) le dijo: “Salman ha hablado con la verdad”. “Salman ha hablado con la verdad”.

    Con respecto a las necesidades de su esposa, un hombre no debe ausentarse de su hogar por un tiempo demasiado largo. Después de haber consultado a su hija Hafsa, el Califa Omar ibn Al-Jatab dictaminó que el período que una mujer debe esperar pacientemente a su marido es de seis meses.

    Abdur Razaq y otros narraron una famosa historia: “Omar ibn al-Jatab estaba haciendo una ronda nocturna por el pueblo cuando oyó a una mujer lamentarse: La noche se ha hecho larga y su fin es oscuro y negro. No puedo dormir desde que no tengo a mi amante con quien jugar. Si no hubiera un Señor, cuyo Trono está en el Cielo, esta cama se retorcería, temblaría y se estremecería. A la mañana siguiente, Omar fue hasta la casa de esa mujer y le preguntó por qué había dicho esa poesía. La mujer le dijo que su marido se había ido en una campaña militar hacía tiempo ya. Luego Omar fue a consultarle a su hija sobre cuánto tiempo una mujer puede ser paciente para esperar a que su esposo regrese. Después de meditarlo un momento, durante el cual la convenció de que este tema era muy importarte para los musulmanes, ella respondió: “Seis meses”. A partir de ese momento, Omar organizó todas las campañas militares para que terminaran en seis meses así todos podrían regresar con sus esposas dentro de ese período de tiempo.

    Esto es aproximado, ya que las circunstancias pueden llevar a que ese tiempo sea mayor o menor. La mujer puede tolerar la ausencia de su marido por más de seis meses o puede demandarle que regrese antes que se cumpla ese tiempo. El hombre no puede negarle a su esposa su reclamo legítimo salvo que exista una buena razón que lo justifique. Además, el hombre no podrá tomar ninguna decisión financiera en nombre de su esposa sin su permiso.

    El esposo deberá consultarle a su mujer sobre las decisiones importantes en relación a su hogar, sus hijos y otros temas en común. No es aconsejable que el hombre imponga una decisión sobre la familia sin escuchar la opinión de su esposa, siempre y cuando sea una opinión inteligente y correcta. El Profeta de Dios (s) nos dio un ejemplo práctico al respecto. El Día del Pacto con la tribu Quraish, el Profeta (s) le ordenó a sus compañeros que se raparan las cabezas y que abandonaran su estado de Ihraam, pero fueron lentos y no se apresuraron a cumplirlo. Um Salamah, su esposa, le recomendó que él lo hiciera primero y luego saliera a ver a sus compañeros. El Profeta (s) actuó según el concejo de su esposa y cuando los compañeros lo vieron, se apresuraron en cumplir obedientemente.

    El marido debe evitar contar cada error insignificante que pueda cometer su esposa. Por ejemplo, el Profeta de Dios (s) dijo: “Un hombre no deberá llegar a su hogar tarde en la noche luego de un viaje (es decir, sin anunciar su llegada con anterioridad)”. [Transmitido por Bujari, Muslim y otros]

    El Profeta (s) dio esta recomendación para que el marido no encontrara a su mujer desalineada y eso le provocara desagrado. Por supuesto que en la actualidad, el esposo puede comunicarse con su esposa con mayor facilidad para decirle si regresará durante el día o en la noche.

    El hombre está obligado a ser bueno, atento y cuidadoso con su esposa. Debe tratarla con honestidad, decencia, paciencia y cuidado, considerando su naturaleza. A la mujer le agrada que la amen y que la cuiden. Su esposo debe demostrarle afecto, amor, aprecio, cuidado y consideración.

    El sistema de divorcio en el Islam está diseñado para proteger los derechos e intereses de la mujer y para dar una amplia oportunidad a la reconciliación de la pareja. Más adelante daremos algunos detalles al respecto, por ahora sólo mencionaremos que en el divorcio, así como en el matrimonio, cada uno debe actuar con buen comportamiento para asegurarle a cada parte lo que le corresponde. Dios, Todopoderoso, dice: “Si la voluntad de divorcio se expresare dos veces, se tendrá aún la posibilidad de reconciliarse debiendo tratar a la mujer benévolamente, o en caso contrario dejarla marchar de buena manera”. [2:229]

La mujer como madre

Dios, el Misericordioso, reiteradas veces enfatiza los derechos de los padres en general y de la madre en particular. Dice en el Corán:“Tu Señor ha ordenado que no adoréis sino a Él y que seáis benévolos con vuestros padres. Si uno de ellos o ambos llegan a la vejez, no seáis insolentes con ellos y ni siquiera les digáis ‘Uf’. Y habladles con dulzura y respeto”. [17:23]

En esta aleya se ubica el derecho de los padres al mismo nivel de importancia que la adoración a Dios, y todos los eruditos del Islam concuerdan en que los derechos de los padres son más importantes que todos los demás, excepto de Dios.

Se debe obedecer a los padres antes que a nadie más. Esto no implica que la esposa deba ser humillada o insultada de ningún modo, sólo que los padres tienen la prioridad de obediencia que otros, con la condición de que ellos no desobedezcan a Dios y a Su Profeta (s).

La complacencia o la displicencia de Dios con las personas es un indicador de la complacencia de los padres con sus hijos, tal como lo explicó el Profeta (s):“La complacencia de Dios con el hombre se mide a través de la complacencia de los padres y Su displicencia, a través de la displicencia de los padres”. [Transmitido por Tabrani]

“Birr al-Walidain” significa ser obedientes, buenos y respetuosos con los padres, complacerlos y cuidarlos, especialmente cuando son ancianos. Servirlos es una obligación y es mejor que ofrecer actos voluntarios, como ir a luchar por la causa de Dios. En una ocasión, un hombre se acercó al Profeta (s) para pedirle permiso para ir a combatir. El Mensajero de Dios (s) le preguntó si sus padres aún vivían y el hombre respondió que sí. Le contestó: “Entonces lucha por ellos y haz un gran esfuerzo”. [Transmitido por Bujari y Muslim]

Esto significa que un hijo adulto debe estar dispuesto a ayudar a sus padres y atender a sus necesidades. Salvo en el caso que el musulmán se vea forzado a combatir, su prioridad es quedarse a cuidar a sus padres. Ibn Masud relató: “Le pregunté al Profeta (s) cuál es el acto más amado a los ojos de Dios. Dijo: ‘Realizar las oraciones como corresponde’. Le pregunté: ‘¿Y qué le sigue en importancia?’. Dijo: ‘Ser bueno, amable, respetuoso, obediente y cuidadoso con tus padres’. Entonces le volví a preguntar: ‘¿Y qué le sigue?’. Dijo: ‘Luchar por la causa de Dios’”.

Abdullah bin Amr bin al-Aas narró: “Un hombre se acercó al Profeta (s) y le dijo : ‘Oh Mensajero de Dios, te doy mi palabra de lealtad que emigraré y lucharé por la causa de Dios en búsqueda de Su complacencia únicamente’. Le preguntó: ‘¿Tus padres viven?’. Dijo: ‘Sí, ambos están vivos’. Le preguntó: ‘¿Buscas la recompensa de Dios?’. El hombre contestó que sí y el Profeta dijo: ‘Entonces vuelve con ellos y sé su mejor compañía’”. [Transmitido por Muslim]

En otra narración, Muawiyah as-Sulami le dijo al Mensajero de Dios (s)“Quiero ir a combatir por la causa de Dios”. Le preguntó: “¿Tu madre vive?”. Dijo: “Sí”. Le dijo: “Quédate con ella, pues el Paraíso está bajo sus pies”. [Transmitido por Ahmed, Nasae, Hakim y otros]

Esta expresión idiomática muestra el grado de deferencia, respeto y obediencia que los hijos deben demostrar a su madre para ganar su complacencia, cuidándola y sirviéndola permanentemente para así alcanzar la complacencia de Dios y Su Paraíso, la recompensa prometida a todos los bien guiados y los creyentes devotos.

La madre tiene más derecho que el padre porque la madre es la primera en cuidar a sus hijos y es la que sufre diariamente durante el embarazo y la crianza. Bujari transmitió una narración de Abu Hurairah, que dijo: “Un hombre se acercó al Profeta y le preguntó: ‘¿Oh Mensajero de Dios, quién es la persona que más merece mi buen trato y compañía?´. El Profeta le dijo: ‘Tu madre’. El hombre le volvió a preguntar: ‘¿Y después quién?’. Le dijo: ‘Tu madre’. Y el hombre preguntó una vez más: ‘¿Y después quién?’. Le dijo: ‘Tu madre’. Y volvió a preguntar: ‘¿Y después quién?’. Le dijo: ‘Tu padre’”.

Esta lección sintetiza la prueba de que una madre merece, mucho más que otras personas, mayor obediencia, benevolencia y preocupación por parte de sus hijos durante toda la vida. Este dicho del Profeta (s) indica que la madre tiene tres veces más derecho que el padre debido a lo que ella sufre durante el embarazo y el parto, cuando amamanta y durante la crianza de su hijo. El feto se nutre y se desarrolla en el vientre materno durante nueve meses y luego al nacer, ella lo amamanta durante dos años. Dios dijo en el Corán:“Le hemos ordenado al hombre ser benevolente con sus padres. Su madre le lleva (en el vientre) soportando molestia tras molestia, y su destete es a los dos años. Sed agradecidos conmigo y con vuestros padres; y sabed que ante Mí compareceréis”. [31:14]

La madre tiene prioridad en cuanto a recibir especial atención, cuidado, benevolencia, ayuda y obediencia. Según las enseñanzas y principios islámicos, se debe obedecer y respetar a ambos padres salvo que ordenen desobedecer a Dios, en cuyo caso los hijos no deberán hacerles caso al respecto pero debe seguir cumpliendo con sus otras obligaciones para con ellos. Los hijos deben servir a sus padres en los asuntos mundanales e ir en su ayuda si los necesitan. Dios dice en el Corán:“Si vuestros padres se esfuerzan por hacer que Me asociéis coparticipes no les obedezcáis, pues es sabido que carecen de fundamento válido, pero tratadles con respeto. Seguid el camino de los piadosos, pues ante Mí compareceréis y os informaré de lo que hacíais”. [31:15]

También los hijos tienen la obligación de ayudar a sus padres económicamente aún si ellos profesan otra religión. Asma bint Abu Bakr dijo: “Mi madre, aún siendo incrédula, vino a visitarme. Fui a consultar al Mensajero de Dios y le dije: ‘Mi madre vino a visitarme y está interesada en el Islam, ¿debo mantener mi relación con ella?’. Me respondió: ‘Sí, en verdad tenéis que seguir en contacto con tu madre’”.

El Islam ordena a los hijos e hijas tratar a sus madres con amabilidad, obediencia y cuidado y estar predispuestos a ayudar a sus padres en las tareas del hogar. Para ilustrar esto, Abu Huraira narró que el Profeta (s) dijo:“Sólo tres niños hablaron desde su cuna. El primero fue Jesús, hijo de María. El segundo fue durante la época de Juraij, un monje israelí que se recluía en sus aposentos y dedicaba su tiempo a rezar y a adorar a Dios. Un día, su madre le pidió ayuda mientras estaba rezando. Dijo: ‘Oh Dios, estoy confundido por no saber quién tiene prioridad, si mis oraciones o mi madre’. Continuó con sus oraciones y desatendió el pedido de ayuda de su madre, entonces ella se fue. Al día siguiente su madre hizo lo mismo y Juraij volvió a responder del mismo modo. Al tercer día la madre volvió a pedirle ayuda y él no respondió. Entonces la madre dijo: ‘Oh Dios, haz que Juraij vea el rostro de las prostitutas antes de que se muera’.
En esa época, la gente admiraba la forma en que Juraij adoraba a Dios y la cantidad de oraciones que ofrecía y cómo se recluía por su devoción. Una famosa prostituta que era muy bella y atractiva le propuso a los israelíes: ‘Si lo desean, puedo tentar a Juraij para que tenga relaciones ilícitas conmigo’. La prostituta organizó su plan para seducir a Juraij y convencerlo de tener relaciones sexuales con ella, pero no lo logró. Entonces fue a ver a un pastor que solía llevar a su rebaño cerca de los aposentos de Juraij y se le ofreció. El pastor no lo dudó y en consecuencia ella quedó embarazada y acusó a Juraij de ser el padre de su bebé.
Los israelíes fueron a buscar a Juraij, lo sacaron de su reclusión, destruyeron su casa y comenzaron a golpearlo. Preguntó: ‘¿Cuál es el problema? ¿Por qué me golpean?’. Le respondieron: ‘Porque has fornicado con una prostituta y ha dado a luz un hijo tuyo mientras tú aparentabas ser un hombre piadoso”. Juraij dijo: ‘¿Pueden traer a ese bebé y dejar que ofrezca mis plegarias para demostrar que ese bebé no es mi hijo?’ .
Entonces los israelíes le trajeron al bebé y dejaron que Juraij ofreciera sus plegarias. Cuando terminó, fue hacia el bebé, lo señaló con su dedo y le preguntó: ‘¿Quién es tu verdadero padre?’. El bebé respondió desde su cuna: ‘Mi padre es el pastor’. Al oír las palabras del bebé, los israelíes besaron a Juraij y le pidieron perdón, le dijeron: ‘¿Deberíamos construirte un cuarto de oro?’. Dijo: ‘No, sólo vuélvanlo a construir de arcilla y barro como estaba’. Así lo hicieron.
El tercer bebé en hablar de su cuna fue un niño que estaba siendo amamantado por su madre cuando pasó un caballero vestido pomposamente y montando un hermoso caballo. La madre dijo: ‘Oh Dios, permite que en el futuro mi hijo sea como ese caballero’. Al oír sus plegarias, el bebé se desprendió del pecho de su madre, miró al caballero y dijo: ‘Oh Dios, no permitas que sea como ese caballero’. Y el niño volvió a amamantar.

El narrador de este dicho, Abu Hurairah, dijo: “Aún recuerdo como el Profeta (s) imitó al bebé amamantando chupando su dedo”.
Luego, pasaron por delante de una sirvienta que estaba siendo golpeada por su amo y otras personas la acusaban de ladrona y fornicadora. La mujer sólo repetía, ‘Dios es suficiente para mí y Él es mi guardián’. La madre dijo: Oh Dios, no permitas que este niño sea como esta mujer en el futuro. Al oír las palabras de su madre, el bebé dejó de amamantar y dijo: ‘Oh Dios, permíteme ser como esta mujer en el futuro’.
Sorprendida, su madre dijo: ‘Hijo mío, ¿cuál es tu problema? Pasó un caballero bien vestido montando un caballo hermoso, poderoso y de posición elevada y deseé que tú fueras como él en el futuro y no quisiste. Luego, cuando pasamos al lado de esa sirvienta que la estaban golpeando y la acusaban de fornicación y hurto, le rogué a Dios que no te torturen ni te acusen como a ella en el futuro y también rechazaste mi súplica’.
El niño dijo: ‘Oh madre, el caballero era un tirano y por eso le pedí a Dios que no me hiciera como él. En cuanto a la sirvienta que golpeaban y acusaban, no es una fornicadora ni ha robado nada. Entonces le pedí a Dios que me haga inocente y puro como ella’”.

Desobedecer y faltarle el respeto a los padres, o no cumplir con sus derechos en uno de los pecados más grandes. El castigo de Dios no será sólo en la Otra Vida sino que en esta también, según el dicho del Profeta (s):“Sobre dos tipos de pecado Dios enviará Su castigo en este mundo: una transgresión violenta y la desobediencia de los hijos con sus padres”. [Transmitido por Bujari en su Tarij y Tabrani]

El Profeta (s) explicó que ser buenos con nuestros padres es esencial para que se cumplan nuestras súplicas y ruegos durante nuestra vida. Narró Ibn Omar que el Profeta (s) dijo:“Hace tiempo, tres hombres emprendieron un viaje. Cuando llegó la noche, entraron a una cueva para dormir al pie de una montaña. Una vez dentro de la cueva, una roca gigante cayó delante de la entrada y bloqueó la salida. Discutieron sobre la situación y llegaron a la conclusión de que no había otra forma de resolver el problema sino más que rezar y rogarle a Dios por ayuda. Dijeron: ‘Pidámosle ayuda a Dios refiriéndonos al mejor acto de bien que hayamos realizado en nuestras vidas’.
El primer hombre dijo: ‘Oh Dios, yo tuve a mis padres ancianos y nunca le ofrecía a mi esposa e hijos nada de beber o de comer sin haberles ofrecido a ellos primero. Un día tuve que ir lejos para conseguir alimento y regresé tarde. Cuando llegué, encontré a mis padres durmiendo. Ordeñé la oveja para ofrecerles la cena a mis padres pero como no quise despertarlos, me quedé a su lado sosteniendo la jarra de leche hasta que despertaran. No le ofrecí de beber a mi esposa ni a mis hijos antes de ofrecerles a mis padres. Al amanecer mis hijos ya estaban despiertos y llorando a mis pies para que les de leche. Cuando mis padres despertaron, les ofrecí la leche. Oh Dios, si sabes que hice esto por Tu complacencia, por favor rescátanos de esta trampa”.
Entonces la roca se movió de la entrada pero no lo suficiente como para salir.
El segundo hombre dijo: ‘Oh Dios, tuve una prima de parte de mi padre a quien quise más que a nadie en esta tierra. Yo estaba muy interesado por ella, pero me rechazó. En un momento en su vida tuvo problemas económicos y vino a pedirme ayuda. Le ofrecí ciento veinte dinares de oro para que me dejara tener lo que yo quería de ella. Bajo esa circunstancia tan desesperante en que estaba, accedió. Cuando yo estaba listo para comenzar mis relaciones con ella, me dijo: ‘Oh primo, teme a Dios y no me quites el sello de virginidad sino a través del modo correcto’. Cuando oí esas palabras, me levanté y no la toqué a pesar de lo mucho que la deseaba, ni le pedí que me regrese el oro que le había ofrecido’. Entonces alzó sus manos al cielo y dijo: ‘Oh Dios, si sabes que he hecho esto por buscar tu complacencia, por favor, sácanos de esta trampa. Quita la roca de la entrada para que podamos salir”.
Entonces la roca se movió otro poco de la entrada pero aún no lo suficiente como para salir.
El tercer hombre dijo: ‘Oh Dios, Tú sabes que una vez contraté a unos trabajadores y al final del día les di su dinero a todos menos a uno que ya se había ido. Entonces invertí ese dinero en mi negocio y mantuve siempre una cuenta aparte. El dinero de ese hombre se incrementó con el tiempo y luego de muchos años el hombre vino a pedirme el dinero que no cobró por su día de trabajo. Entonces le señalé las ovejas, vacas, camellos, sirvientes y esclavos y le dije: ‘Todo lo que veis aquí es vuestro’. El pobre hombre estaba muy sorprendido y dijo: ‘Por favor, no me ridiculicéis ni te burléis de mí. Sólo estoy pidiendo el dinero de un día de trabajo’. Dije: ‘No os estoy ridiculizando ni me estoy burlando. Todo esto es vuestro’. El trabajador tomó todo lo que yo le había señalado y se fue’.
Entonces el hombre alzó sus manos al cielo y dijo: ‘Oh Dios, si sabes que lo hice por Ti y para tener tu complacencia, por favor sácanos de esta cueva’.
Entonces la roca se movió completamente de la entrada y los tres hombres pudieron salir en libertad nuevamente”.[Transmitido por Bujari y otros]

El Islam nos enseña que buscar la complacencia de nuestros padres, ser considerados y buenos con ellos, ayudarlos, respetarlos y cuidarlos en una de las mejores formas de expiar y quitar la carga de nuestros pecados en este mundo. Abdullah Ibn Omar dijo: “Un hombre vino a hablar con el Profeta de Dios (s): ‘Oh Profeta, he cometido un pecado grave. ¿Crees que puedo repararlo de algún modo?’. Preguntó: ‘¿Tu madre vive?’. Respondió que no, entonces el Profeta le preguntó: ‘¿Tienes alguna tía materna viva?’. El hombre dijo que sí, entonces el Profeta le dijo: ‘Sé bueno y considerado con ella’”. [Transmitido por Tirmidi, Hakim, Ibn Hibban]

Este dicho demuestra el derecho de las tías maternas, que según la jurisprudencia islámica, tienen un lugar similar en muchos aspectos al de la madre, ya que el Profeta (s) dijo: “La hermana de la madre tiene un estatus similar al de la madre”. [Transmitido por Bujari]

El Islam ordena que los derechos de los padres sean honrados y respetados incluso después de su muerte. Malik Ibn Rabiah narró: “Mientras estábamos sentados con el Mensajero de Dios, un hombre de la tribu Bani Salamah se acercó y le preguntó: ‘Oh Mensajero de Dios, mis padres han muerto, ¿hay algo que yo deba hacer para cumplir con sus derechos después de su muerte?’. Le respondió: “Verdaderamente sí, puedes rezar por ellos, pedirle a Dios que los perdone, cumplir una promesa que ellos hayan hecho antes de morir, mantenerte cerca de tus parientes y ser hospitalario con sus amigos”. [Transmitido por Abu Dawud]

En líneas generales hemos visto los derechos principales de los padres en general y de las madres en particular para demostrar que las madres reciben un respeto único en el Islam.